miércoles, 24 de octubre de 2007

Conociendo la otra cara del General

Gracias a mi desorden la lista de los inscritos en prensa se extravió el mismo día de Proyecto LEA, así que la primera vez que nos reunimos con los niños del periódico, el lunes pasado, nos vimos obligadas a pasar por los salones preguntado quiénes se habían anotado en nuestro grupo. Conseguir la autorización fue fácil, reunir a los niños no tanto, tal como nos advirtió la coordinadora Gladis, se nos coló más de uno y de 901 salimos con 13 integrantes. Pasamos, también, por 802 pero esta vez sólo dejamos ir con nosotros a dos niños de los que nos acordábamos. Como no recordábamos los nombres de los otros niños y no nos queríamos arriesgar a pasar por otro salón, porque quién sabe cuántos iban a salir, decidimos ir a la sala de profesores, nuestro sitio de reunión.

La reunión no fue sencilla, los niños estaban bastante inquietos y cansones, no se escuchaban entre ellos y todos hablaban al tiempo. La verdad yo estaba muy molesta porque creía que la mayoría no pertenecía a nuestro grupo, pero no teníamos más opción que trabajar con ellos y tratar de colar el grupo, así que por primera vez pusimos una condición de trabajo: quién no trae lo que se acuerde para la sesión, no entra. Condición que luego se convirtió en dos: el que no respeta la palabra, tampoco puede estar con nosotros.
Cuando llegué a mi casa empecé a buscar los textos que habíamos recogido el día de proyecto LEA, para comprobar quiénes no eran parte de nuestro grupo. Haciendo esto descubrí varias cosas, la primera de ellas que la lista todavía existía, la segunda que la mitad de los niños con los que nos reunimos sí eran de prensa, no encontré el artículo de algunos inscritos, hubo niños que no pasaron por nuestro salón pero que por algún motivo conocieron nuestro trabajo y se inscribieron con nosotras y que el más cansón, quién pensabamos que era el más colado de todos los colado, sí estaba inscrito y que su texto estaba relativamente bien hecho.
La dificultad para trabajar con este grupo y la generación espontánea de normas, me hizo pensar que tal vez sería bueno que acordaramos con ellos ciertas reglas de juego; lo cual me parece interesante en el plano de los acuerdos, pero por otro lado, me parece que siendo ellos los más grandes, en las otras sedes trabajamos con niños de primaria, no deberíamos tener que decirles cómo comportarse, en esa medida considero que los acuerdos a los que lleguemos con ellos no debe ser unas normas prohibitorias sino que deben estar encaminados a delimitar nuestro espacio de trabajo y sus metas, es decir: por qué y para qué nos reunimos, qué queremos obtener al final del proceso, cómo vamos a trabajar. No sé si acuerdos de este tipo puedan contribuir a un mayor respeto entre ellos y lo que dicen, esa es una de las cosas que más me molesta, todo el tiempo se están burlando de las dudas y comentarios de sus compañeros, yo entiendo que eso hace parte de la dinámica escolar, pero una cosa es ser chistoso y otra muy distinta es ridiculizar a los compañeros y ser un payaso. En fin, no sé bien cómo funcionaría esto, pero me pone en una situación incómoda porque no me gustan las normas, creo que cada cuál tiene derecho a decidir cómo comportarse, tampoco me gusta tener que imponer el orden, ni tener que estar todo el tiempo seria para que los niños trabajen, supongo que la idea de llegar a acuerdos sería evitar este tipo de cosas, pero no sé bien cómo.
El dato del día: 22 niños conforman el grupo de prensa, 5 de ellos huyen de religión así que probablemente regresen la proxima semana. El lunes tendremos 5 miembros más, que serán elegidos por los profesores.
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Les cuento que mañana habrá Lluvia de Noticias en Nuevo Horizonte B. ¡Por fin pegaremos nuestro primer periódico mural!

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